I.
En éste volumen, que cierra la
Trilogía –el más extenso de todos-, el autor introduce parte de la historia
contemporánea de Rumania, fundamentalmente de todo el régimen de Nicolai
Ceausescu y su trágico fin hacia fines de 1989, para exhibir las diferencias de
cómo se vivía al inicio de su gestión y cómo ésta fue cambiando a lo largo del
período, pasando de una cierta holgura económica a una situación de miseria y
de hambre a partir de nombrarse presidente, con proyectos ampulosos y
megalómanos. Así, gran parte del texto se vuelve testimonial, incluyendo puntos
de vista contrapuestos recogidos en forma de opiniones, con expresiones de la época.
II.
El libro se divide en tres partes,
que alternan elementos históricos y personales de su protagonista, alter ego del autor. Resulta difícil
separar realidad y ficción en muchos de sus capítulos. Aquí se mezclan la saga
familiar a partir de Witold, un antepasado polaco que cambia su apellido al
migrar hacia Rumania; el eterno retorno a una infancia dorada, aún en total
escasez de alimentos; la participación de un narrador adulto en los reclamos sociales;
la vida de Herman, su vecino y mentor –que habrá de parir un hijo desde el
cerebro- y la obsesión del narrador por hallar a un posible hermano gemelo
desaparecido año y medio después del nacimiento.
III.
Todo el texto remite a una intención:
entregar un libro ilegible, infinito, que describa por completo la vida del
Bucarest conocido y de sus gentes, a la vez que permita expresar una
imaginación desbordada, incluyendo mariposas, estatuas y mensajes cifrados en
el cuero cabelludo de sus personajes, sin por ello eludir a una secta
iniciática –los Conocedores- ni
tampoco a una parte de los próceres locales, aun con sus rarezas y defectos.
La versión digital, gentileza de EpubLibre
IV.
Destaco algunos capítulos. Uno, la
interpretación de Herman acerca del cristianismo –curioso bajo un régimen
comunista-: una mirada bastante cercana de quien desea creer a pesar de no
tener en claro muchos de los argumentos. Después, la descripción de la Casa del
Pueblo: una edificación gigantesca que costó enormes sumas de dinero, para que
el verdadero pueblo nunca pudiera ingresar. Finalmente, la reunión de todas las
estatuas urbanas, que se bajan de su pedestal –con Lenin a la cabeza- una vez
consumada la revolución, en la búsqueda de un nuevo líder, no tiene
desperdicio.
V.
Con una prosa rayana en lo poético, escenas escabrosas y descripciones extremadamente creativas, Cărtărescu nos ofrece un final a la altura de lo que hemos disfrutado hasta aquí. Ojalá que los buenos lectores participen de esta lectura, señera como ninguna otra.
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