I.
El título fue propuesto en un
taller y, porque tenía el ejemplar de marras, acepté el desafío de leerlo. Porque
leer a Faulkner siempre es un desafío, máxime en tiempos donde las novedades
editoriales de las grandes corporaciones parecen inclinarse por opciones que
restringen a la lectura al ámbito del entretenimiento, o al mero pasatiempo que
al cabo de pocos días caen el olvido. Este autor, particularmente, obliga al
lector a mantener la atención y no pocas veces, a la relectura de los párrafos.
II.
A lo largo de 59 capítulos que se rotulan con
el nombre de quince personajes, Faulkner describe el viaje que los Bundren
realizan desde una aldea en el Misisipi hasta llegar a Jefferson, trasladando
el cadáver de Addie, esposa y madre, a quien se le ha prometido que sus restos
descansarán junto a los de su familia. En un traslado que, normalmente, no
llevaría más que algunas horas, las lluvias torrenciales han derribado puentes
y los retardan diez días, con la corte de buitres rondándolos y el hedor
natural de la descomposición orgánica de Addie.
III.
Al humilde y tosco granjero Anse
Bundren le acompañan todos sus hijos: Cash, un eximio carpintero, responsable
del ataúd; Darl, un alocado que intentará suspender el viaje; Jewel, el
preferido de su madre, impulsivo; Dewey Dell, la coqueta hija que busca abortar
su embarazo y Vardaman, un niño de escasa edad que entiende poco de lo que ve.
A las peripecias de la familia se le agregan los aportes de otros personajes
secundarios que hacen que el conjunto constituya un coro polifónico de voces narradoras, cada cual con su punto de
vista.
IV.
Si bien existen diálogos entre los distintos
protagonistas, la mayor parte del relato se narra bajo las técnicas de flujo de consciencia y monólogo interior, donde el autor nos
permite conocer qué piensa cada personaje a medida que se desarrolla la trama.
Así, hasta la detestable Addie –desde el más
allá- nos devela un amorío con el pastor local –real padre biológico de
Jewel-. Ninguno de ellos está exento de culpas, transgresiones, malas acciones.
Por ello, la soledad, el pecado y la desidia, acompañan a la ignorancia, la
imprudencia y la negligencia, haciendo de esta procesión una obra memorable.
V.
En un estilo directo y descarnado, tan austero y parco como la naturaleza de los personajes principales y el entorno geográfico donde suceden los hechos, Faulkner nos entrega una novela mayúscula, condensada, con escasez de páginas pero con tantos elementos para la reflexión que resultan poco menos que imposible de abordar en un sola lectura. Para leer, releer y disfrutar de gran literatura.
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