domingo, 31 de diciembre de 2017

Fin de AÑO RUSO

            Haciendo un recuento de los libros leídos durante el 2017, queda claro que la literatura rusa ha tenido preponderancia absoluta, tal como queda demostrado por la cantidad de títulos de ese origen. No es para menos; la propuesta inicial me arrastró a encarar muchas obras que ni siquiera se hallaban en mi haber y fueron apareciendo a lo largo del año. Algunos autores no figuraban en el listado original; otros, fueron dejando su lugar a algunos más contemporáneos.

            Así, aparecieron bajo esta etiqueta dos Versiones Originales rescatadas del recuerdo, veintinueve títulos en papel, uno en formato digital, reunidos en treinta y seis volúmenes. Al mirar hacia atrás la lista parece extensa pero soy consciente de que es incompleta. Afortunadamente, quedan otros muchos libros de autores rusos para seguir despuntando el noble vicio de leer, porque la literatura siempre da revancha.

            No quería despedir el 2017 sin agradecer a todos aquellos que, de uno u otro modo, con comentarios y palabras de aliento o con la sola lectura de las reseñas, apuntalaron a lo largo del año esta loca quimera de allegar obras de autores rusos. Valgan estas torpes líneas como gesto de cariño y reconocimiento a cada uno en especial. Ojalá que aquel deseo de marras de descubrir nuevas letras y escritores a potenciales lectores se haya cumplido.

            ¡Feliz 2018 y buenas lecturas!

A excepción del libro digital, el Año Ruso completo, junto a un mudo par de testigos

jueves, 28 de diciembre de 2017

Archipiélago Gulag. Libro 3, Alexandr Solzhenitsyn


Tusquets, 2010

           Este volumen final se divide en tres partes. En la Quinta Parte, El presidio, Solzhenitsyn repasa la formación de los Campos Especiales, donde destinaban a los condenados por el Artículo 58, excepto a aquellos encargados de propaganda antisoviética. Además, comienza a relatarnos su periplo a lo largo de los años 50, en Ekibastuz, Kazajistán, donde comenzó a escribir Un día en la vida de Iván Denísovich, hasta que cumplió su condena de ocho años y fue liberado, aguardándole aún el destierro perpetuo.

            Lo más relevante de esta parte reside en su visión sobre las insurrecciones, evasiones y fugas de los distintos presidios; la lucha contra el nuevo gobierno de Jruschov -que le permitió publicar alguna de sus obras-; la necesidad de desmantelar los campos que conformaban el Archipiélago y la repercusión de la caída de Beria a la muerte de Stalin, con el comienzo del período de deshielo.

            En la Sexta Parte, El confinamiento, se ocupa de la vida en el destierro. El autor, una vez en libertad, fue enviado al pueblo kazajo de Kok – Terek, entre 1953 y 1956, donde ejerció de maestro de matemáticas y física para ganarse la vida, mientras continuaba escribiendo clandestinamente.

            En esta parte se enfoca el afincamiento al presidio de los reclusos quienes, una vez liberados, volvían a él porque no había posibilidad de reinserción social; la necesidad de olvidar el pasado en el campo, la falta de hábito al reencontrarse con los familiares. También narra cómo el Estado encontró la manera de apropiarse de las tierras de los campesinos utilizando el proceso de ‘deskulakización’ –kulak: propietario burgués de tierras- y condenando al hambre, a la miseria y a la muerte a casi quince millones de aldeanos sin más que su porción de tierra y trabajo. Finalmente, cómo el uso indiscriminado de la deportación se aplicó a pueblos enteros y cómo vivían extranjeros –griegos, alemanes, coreanos- en Kazajistán.

            La Séptima Parte, Stalin ya no está, expone la supervivencia de los campos de exterminio y confinamiento bajo el mando de Jruschov, por más que el relato oficial negara su permanencia y, sobre todo, las repercusiones de la publicación de Un día… y cómo el poder soviético, abrumado por la denuncia implícita, inspiró a una corte de escritores oficialistas para acallar el malestar de la opinión pública al conocer la verdad.

El Archipiélago en toda su dimensión

            De los tres volúmenes que componen esta obra monumental, éste es el más personal e íntimo, donde el autor vuelca su propia versión de lo ocurrido durante casi quince años. Si bien repite el esquema de los anteriores, con infinidad de relatos testimoniales, el lector toma conciencia de las emociones de Solzhenitsyn y de su mirada crítica a su propio desempeño.

            Siempre fluido, aunque algo repetitivo, este ensayo es una formal denuncia de un régimen opresivo que imperó más de setenta años en base a terror y delación. Indispensable para hacer ejercicio de memoria.

sábado, 23 de diciembre de 2017

e-book 24. Poética del dolor de la pérdida. Mortal y rosa, Francisco Umbral


Booket, 2007

I.

            Quería cerrar el año con un par de libros señeros, de los que dejan huella; por eso escogí éste entre varios. Fue Yossi Barzilai quien lo recomendara y me allegara gentilmente la copia digital hace casi tres años. Luego vinieron las opiniones de dos grandes lectoras, Utopía y AnaBlasfuemia, quienes mentaron la obra en sendas reseñas. Me pareció un título digno de cierre y lo encaré.

II.

            El propio Umbral se encarga de contarnos que el libro es una suerte de diario personal que, como tantos otros, fue escrito en horas dolientes, y abandonado un par de veces, para ser proseguido a fuerza de empellones y ejercicio de una constancia no siempre presente. Basado en reflexiones disparadas por la muerte de su hijo, el autor no se circunscribe al dolor causado por su deceso –aunque es el tema central- sino que arrastra a otros ámbitos el dolor de la pérdida en general: la vida de un ser querido, la juventud, las creencias…


La edición digital, gentileza de Yossi Barzilai

III.

            Con una prosa que alcanza ribetes líricos, Umbral construye una sentida expresión del dolor en base a pura sinceridad, utilizando metáforas elaboradas, letras de canciones y fragmentos de otros autores que acompañan al texto poético de quien se siente desolado por la pérdida de ese hijo que encarnaba su compromiso con la vida, con el futuro. Así, de esa trunca experiencia nos participa Umbral con el esplendor de sus palabras, giros y toda una gama de recursos estilísticos que ponen de manifiesto cuánto dolor alberga su corazón ante tamaña ausencia.

IV.

            Los libros –su olor y su tipografía-; la literatura y el ambiente literario –los escritores, sus afanes, sus sueños, sus bajezas-; las mujeres –el sexo, su carnalidad, el erotismo- son también parte de este derrotero sin orden, a salto de mata, plenamente evocativo y reflexivo de un hombre que, sin su hijo, se ha quedado virtualmente desnudo, sin brújula ni objetivo. Un libro que duele en su contenido, pero de una belleza estética sin par, recomendable para todo lector sensible.

lunes, 18 de diciembre de 2017

Archipiélago Gulag. Libro 2, Alexandr Solzhenitsyn


Tusquets, 2005

        Esta segunda entrega también se divide en dos partes. La Tercera Parte, Campos de trabajo y exterminio, en algo más de una veintena de capítulos, aborda su formación y las características sobresalientes de la vida en los campos. Así, comienza con el primer campo en las islas Solovkí –hacia 1918- y cómo fue extendiéndose la red. Luego, presenta su organización administrativa, el origen de los trabajos forzados, la construcción del canal Belomor y sus miles de muertos; el endurecimiento del régimen carcelario después de 1937; la aparición de fuerzas de choque; las diferencias entre siervos y zeks, la vida de fascistas capturados en la guerra; las falsas declaraciones del trabajo, coimas y negociados; la vida de las mujeres; las particularidades de castas: enchufados, indígenas y brigadistas; el destino de los comunistas ortodoxos, de los socialistas y de los cristianos; la cooptación de chivatos y soplones; los fusilamientos; la generación de cofrades y rufianes socialmente afines; los cachorros o menores de edad; las cartas como forma de evasión; la vida de los zeks con sus detalles; los guardianes y generales del Gulag; los poblados aledaños y los hombres libres.

            Aquí destaco algunos temas. Primero, la reflexión acerca del trabajo de los condenados: el sistema soviético necesitaba construir canales, carreteras y vías navegables y no habría de acudir al sistema capitalista de concesión y licitación. Qué mejor que el uso indiscriminado, a destajo, de los presos, mano de obra gratuita sin poder de rebelión. Cuando éstos morían, llevaban otro contingente. Segundo, la generación de una clase social acomodada que tenía trabajo de asistencia y logística en los campos –quienes compusieron casi el 90% de los liberados- con beneficios en el trabajo y nutrición. Tercero, el triste final de todos aquellos que no eran capaces de ser doblegados en sus creencias –políticas y religiosas- y terminaron fusilados o muertos por exceso de trabajo y mala alimentación. Por último, la proliferación de mafias en los negociados –como en casi todas partes- con el fin de obtener un poco más de comida y alguna otras bondades.

            La Cuarta Parte, El alma y el alambre de espino, encara, en cuatro capítulos, los sentimientos humanos, el mundo de las ideas, el envilecimiento, la autorrepresión y los destinos de algunos de los zeks con quien el autor mantuvo relación. En ella se alude al sentimiento de inocencia de la mayoría de los condenados  y la mirada orgullosa de lo realizado con las propias manos.

            En esta parte se enfoca la situación mental del recluso, con sus sentimientos de culpa, de venganza de sus delatores, de amor a la vida y de la supervivencia como único objeto y a cualquier precio. Muchos de ellos se envilecían, se traicionaban a sí mismos y se abandonaban a la muerte como medio de fuga de un presente atroz que sólo alberga un futuro aún peor. Si bien eran pocos los suicidios en los campos, eran más los sentimientos negativos de odio y rencor que afloraban y se descargaban entre custodios y reclusos, y entre éstos.

            Este volumen testimonia la realidad del condenado expuesto a trabajos forzados, con alimentación deficiente y condiciones climáticas rigurosamente adversas. Pero también lo hace con la vida dentro de los campos, sus castas, su desarrollo y permanencia y detalla las acciones de las que cada cual ha tenido que valerse para mantener un mínimo de esperanza y sobrevivir a esa vida misérrima y sinsentido. En este aspecto, la deshumanización constante a la que son sometidos los presos, sus rutinarias y aburridas vidas, la  exposición constante a la delación y la imposición del autoaislamiento como medida defensiva señalan inequívocamente las pocas probabilidades de salir con vida de sitios semejantes. En suma, una exhibición de los horrores de los campos de exterminio soviéticos infligidos a sus propios habitantes.

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Pelibro 11. Tren nocturno a Lisboa

               Una entusiasta reseña de U-topía hace ya un par de años, despertó mi curiosidad sobre libro y autor. De hecho, leí otro título de Mercier con el que contaba previamente, gracias a ello. Mas uno de los comentarios efectuados en aquélla, indicaba la existencia de una realización cinematográfica basada en ese trabajo. El poder acceder a una copia de la misma, generó este Pelibro.

Libro


Pascal Mercier (Cántaro, 2006)

            Raimund Gregorius, un metódico profesor bernés de lenguas antiguas, al dirigirse a su lugar de trabajo bajo una lluvia copiosa, rescata a una joven mujer de arrojarse a las aguas del Aar sobre el puente de Kirchenfeld. Ella lo acompaña a su clase, le dice que su idioma natal es portugués y desaparece en el recreo. La melodiosa pronunciación del portugués pica su curiosidad y encamina a Mundus –así lo llaman sus alumnos- hacia una biblioteca cercana donde, sobre la mesa, una mujer deja casualmente un libro de Amadeu Inácio de Almeida Prado, El orfebre de las palabras, que comienza a hojear sin entender nada. El bibliotecario no sólo traduce un párrafo sino que le regala el ejemplar. Tocado por parte de su contenido en su fibra íntima, Gregorius decide abandonar sin más sus lecciones en la escuela, su casa, su vida e ir en busca del destino de ese poeta y filósofo con cuyas apreciaciones tanto se identifica.

            Comienza así el periplo de un hombre de cincuenta y siete años, a quien su mujer ha abandonado hace unos meses, en busca de ese otro lisboeta. A la vez que indaga en la biografía de Amadeu Prado a través de quienes le han conocido, su viaje también es una búsqueda de sí mismo; una aventura hacia las entrañas de ese Yo que, escondido tras una vida monótona, aún pervive en lo profundo de su ser.

            La novela está escrita en una suerte de canon musical. Por una parte se encuentra la línea argumental del viaje de Gregorius hacia el pasado de Prado, mientras repasa su propia historia, antes y durante el viaje. Por la otra, en letra cursiva, están las reflexiones y pensamientos de este último, por momentos contradictorios y en otros, de plena claridad. ¿Cómo nos vemos a nosotros mismos?, ¿igual que nos ven los demás? ¿Cuánto nos apartamos de nuestra naturaleza para no sentirnos solos o no ser aislados por la sociedad?, son algunas de las preguntas que formula Mercier en este maravilloso libro que habla de temores, sueños, anhelos, la fuerza de los recuerdos y las ganas de vivir, y del valor de las palabras como medio de liberación.

            Ameno, fluido, con personajes entrañables de construcción psicológica adecuada y perfectamente delineados, sus más de cuatrocientas páginas se disfrutan en plenitud, pues dejan mucho material para meditar y bucear en cada uno de nosotros. Un best seller que va largamente más allá de lo esperable.


Film


Bille August (Studio Hamburg Filmproduktion, 2013)

              El film de August es una versión libre del libro de Mercier, al que se apega bien en la mitad de la historia y adapta el resto para ofrecer un drama romántico, agradable a la mayoría del público.


            Si bien en la novela existe un triángulo amoroso durante la dictadura de Oliveira Salazar en el Portugal de los años ’70 del siglo pasado, no cobra tanto relieve como en el guión del realizador danés, que hace de él su nervio conductor. Ni tampoco el rol de Gregorius alcanza el realce que el director propone a su protagonista.

              Con escenas creadas ad hoc para el film –que no figuran en el original- y un final abierto que no coincide con la novela, la película queda a medias aguas entre el romance y el thriller, carente del perfil filosófico – reflexivo, verdadero objeto del libro de Mercier, del que toma e intercala algunas frases, sin continuidad ni ilación, sólo para reforzar el perfil psicológico de Prado.

             Destaco la sólida actuación de Jeremy Irons en el rol protagónico, bastante cercano a su homónimo literario, y las efectivas aunque breves apariciones de Charlotte Rampling, Christopher Lee y Lena Olin. El resto del elenco acompaña adecuadamente, sin descollar.

              Ambientado hacia el año 2000, con fondo repartido entre Berna y Lisboa y abundante uso del flashback, el film mantiene el interés y parte de la tensión narrativa hasta el desenlace –tras casi dos horas de duración-, sin alcanzar el brillo, los matices y la complejidad del texto literario, ofreciendo así un producto potable para el espectador, aunque sin mayor recuerdo.
     

Testimonio del undécimo Pelibro

viernes, 8 de diciembre de 2017

Archipiélago Gulag. Libro 1, Alexandr Solzhenitsyn


            Final de mi Año Ruso, con apoteosis y fanfarria. He debido hacer malabares para poder conseguir esta ya agotada edición en tres volúmenes, puesto que ninguna librería local poseía más que alguno de ellos –casi siempre los mismos-. Debido a su extensión de más de dos mil páginas y la importancia de la obra en cuestión, presentaré su contenido en sendas reseñas. Ojalá que las líneas que siguen estén a la altura del titánico esfuerzo que significó no sólo su lectura sino los meses de búsqueda, desánimo, hallazgos fallidos y finalmente el éxito tan ansiado, frutos del tesón y del empeño, propios de la naturaleza obsesiva de quien escribe.

            Para comenzar, es necesaria una aclaración. Este libro no es una novela; es un ensayo minucioso sobre el accionar del gobierno soviético y de su policía política -con su red carcelaria clandestina- a lo largo de un período que abarca el ascenso de los bolcheviques hasta la caída de Jruschev, y más aún.

            Este primer volumen se divide en dos partes, con sugestivos títulos. La Primera Parte, La industria penitenciaria, detalla en una docena de capítulos los pormenores de los motivos de arresto; la existencia de riadas, es decir, de detenciones masivas de opositores o sospechosos contrarrevolucionarios de cualquier índole; el destino inmediato de los detenidos en las cárceles en espera del sumario, y la instrucción del mismo; los encargados de las detenciones y las características de las celdas; los mecanismos de la ley y la composición del famoso Artículo 58 –por cuya interpretación podía ser denunciado y condenado cualquier mortal-; el comportamiento de los jueces; la vida en la cárcel; el trato brindado a los que regresaron tras la IIGM; las sentencias, los tribunales y el régimen penal.

            Lo más destacado de esta parte se encuentra en el trato dado a los detenidos: la tortura como medio extendido para sonsacar información, las condiciones infrahumanas a las que eran sometidos –que, comparadas con las de la época zarista, éstas eran lujosas-, los apremios y despojos de que eran objeto en las celdas, el sometimiento al hambre y a los trabajos forzados a que eran destinados. También se acompaña de una investigación documental sobre los distintos procesos judiciales que tuvieron lugar en el período, que fortalecen la narración.

            La Segunda Parte, Perpetuum mobile, se ocupa, en cuatro capítulos, de la composición y traslados al supuesto Archipiélago que, a estas alturas, ya sólo resulta un eufemismo. Al inicio, expone las características de los traslados a través de vagones con zeks (reclusos políticos) y delincuentes comunes hacia las prisiones de tránsito, en las que los detenidos pasaban un cierto período para ponerse en marcha nuevamente hacia otro destino, transitorio o definitivo. Luego, narra la vida en estas prisiones y cómo se podían cambiar plazos de reclusión o de destino mediante sobornos; cómo eran ‘comprados’ como esclavos y tratados como tales; los traslados en barco hacia Magadán, capital de Kolymá, en Siberia y, por último, las ventajas en la vida y la alimentación de los presos con destino especial –científicos en su mayoría-.

            Rescato de esta parte el traslado continuo al que alude el título, en vagones hacinados, con carencia de agua; la exposición al saqueo de los centinelas y a las inclemencias climáticas extremas, la escasez de víveres en general y el destino a una muerte segura ya fuese en tareas extractivas o de infraestructura. En las antípodas se encuentra el tratamiento brindado a aquellos que, formados en ciencias duras, podían tener un pasar mucho más acomodado –sin ser brillante, tampoco-, con celdas más espaciosas y una alimentación más acorde, por el solo hecho de poner a disposición del Estado soviético sus conocimientos en aras de alcanzar un grado de desarrollo nuclear competitivo con la emergente potencia mundial de la Gran Guerra Patria -los E.E.U.U.-, quienes ya habían hecho conocer al mundo su poderío, tras arrojar las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.

            Todo el libro es un relato testimonial de cómo el hombre común podía caer en las garras de un sistema totalitario, tan hegemónico como opresivo, sin lugar a la disidencia ni al fracaso –para esto, basta con leer acerca del trato recibido por los soldados que habían caído prisioneros de los alemanes, al concluir la guerra-. Si mucho se ha escrito sobre la Shoá, a través de los recuerdos de quienes tuvieron la dicha de sobrevivir a los campos de concentración nazis y su estela de muerte, Solzhenitsyn nos revela la trastienda del triunfalismo stalinista, con sus millones de muertos y desterrados, que no van a la zaga de su oponente teutón, si no más bien al contrario, se funde con él. Una acabada muestra de lo que el poder omnímodo puede deparar a sus ciudadanos cuando se ausentan los resortes legales que limitan y controlan ese poder.


domingo, 3 de diciembre de 2017

Burlarse de la propia herida. Mil cretinos, Quim Monzó


Anagrama, 2008

         ¿Qué ocurre con nuestra perspectiva de la vida futura, a medida que nos vamos poniendo grandes? La pérdida de seres queridos, con quienes hemos transitado parte significativa de la vida, siempre entraña el desafío de proseguir sin ellos, por más que el dolor nos agobie en lo inmediato. La literatura ha encarado de diversas formas ese momento, o su paso previo: el (notorio) deterioro de aquellos que se acercan a abandonar este mundo. Sin ir muy lejos, encontramos un texto clásico sobre el dolor: Una pena en observación, de C. S. Lewis. También J. Banville algo nos ha expresado en El mar y, como si fuera poco, J. Barnes se sincera ante la muerte de Pam, su esposa, en Niveles de vida. Sin embargo, pocos autores echan una mirada ácida de la realidad -propia y ajena- que conlleva el envejecimiento humano. Éste es el caso.

         Un hijo que visita a su padre en un geriátrico, mientras lo ayuda a travestirse; un hombre que acepta el matrimonio con una mujer a la que no ama porque le anuncian que se va a morir en breve; una mujer madura que se deshace de todo lo que es de su marido porque descubre un engaño y sendas situaciones complicadas de aquellos hijos que tienen que hacer frente a uno o ambos padres en institutos para mayores, ocupan la primer parte del texto. La segunda la componen relatos cortos que abrevan en circunstancias extremas: la Virgen María negándose a engendrar a Jesús; un maestro que le pide compostura y modales a un alumno que se desangra, una mujer que regala a su marido cosas que son de su gusto y no el de él y otras tantas historias semejantes.


Monzó visitando la laguna de Chascomús, Pcia. de Buenos Aires, Argentina

          En esta colección de cuentos hay una burla cáustica, hiriente, que sobrevuela por encima de la realidad de los personajes, que se debaten entre obrar como la moral indica y la sociedad postula y el sentir verdadero de quien, expuesto a tener que tomar decisiones angustiosas, debe reprimir cualquier atisbo de renuncia y desconsideración.

          En un estilo directo y parco, Monzó despliega escenas donde aparecen con frecuencia la vejez, la muerte, el miedo, el desamor, la soledad, todos tomados con ironía y cierta dosis de sarcasmo, como si las heridas que provoca el dolor, cualquiera sea su naturaleza, pudieran ser soslayadas o conjuradas con una burla cruel e irreverente. Una mirada descarnada e irrespetuosa con temas con los que no se suelen hacer bromas.

martes, 28 de noviembre de 2017

La obsesión de un pedófilo. Lolita, Vladimir Nabokov


RBA, 1993

          Transitando el final de viaje de mi Año Ruso no podía –ni quería- dejar fuera de esta épica a Nabokov, sobre todo en su obra más renombrada. Había otras obras suyas por las que hacer opción, pero preferí encarar aquello que ha sido considerado una revolución en las letras. Aparecida en 1955, supuso un cambio de paradigma acerca de las relaciones entre niños y adultos, pues exponía situaciones que hasta ese momento sólo se murmuraban en voz baja.

            La historia comienza con un prefacio de John Ray Jr., quien ha recibido un manuscrito de un tal Humbert Humbert, un profesor europeo de treinta y siete años a la sazón, quien recala en Ramsdale, E.E.U.U., en 1947, y renta una habitación a la viuda Charlotte Haze, sólo después de haber visto a su seductora hija de doce años, Dolores (Lolita), de quien queda prendado.

            Para mantenerse cerca de la niña, Humbert decide casarse con Charlotte, aún sin sentir amor. Ésta descubre el diario de aquél –donde apunta su obsesión por Lolita- y, en su despecho de mujer engañada, saldrá precipitadamente de su casa, muriendo atropellada por un auto. El ahora padre legal irá en busca de su hija a un campamento veraniego para comunicar la noticia y, luego de que Dolores confiese su inicio sexual con el hijo de la organizadora, consumarán su relación pedófila.

            Tras dos años de relaciones y de viaje por E.E.U.U. en automóvil, Lolita se fuga con Clare Quilty, un dramaturgo con quien se ha puesto de acuerdo previamente. Algún tiempo después, los avatares de la vida la fuerzan a escribirle a Humbert solicitándole dinero para trasladarse con su marido, Richard Schiller, a Alaska, donde éste ha conseguido un buen empleo. Está embarazada y son pobres. Humbert la visita y, a cambio del dinero, le pide el nombre del hombre con quien se fugó. Una vez obtenido, decide asesinarlo.

           Nabokov relata esta perversión entre un adulto y una púber desde la persona de Humbert; su estilo es descarnado aunque movido por la pasión que el protagonista siente por su nínfula. El lector asiste al carácter enfermizo del vínculo, puesto que el coqueteo propio de Lolita –que le otorga poder sobre Humbert- sucumbe ante la necesidad de éste de poseerla, con el consiguiente deterioro moral del que, al menos Humbert, es plenamente consciente. El autor bien se cuida de no caer en el intento de una apología; sólo refiere los hechos con cierta emoción.

            Rescato la composición psicológica de los personajes centrales, la fuerza narrativa del argumento central –novedoso para la época- y el estilo escogido. Lo único opaco es la violenta escena final, más propia de un grotesco o vodevil que de un adecuado cierre de novela. Un libro distinto, con mucho de sufrimiento y una pizca de escándalo.

             Párrafo aparte merecen las versiones de esta obra adaptadas a la pantalla grande. Existen dos: la primera es de Stanley Kubrick, de 1962, y la siguiente es de Adrian Lyne, de 1997. Las comparaciones son odiosas, pero puestos a opinar, las palmas se las lleva la de Kubrick.

jueves, 23 de noviembre de 2017

e-book 23. Viaje por el interior. La mujer es una isla, Auður Ava Ólafsdóttir


Alfaguara, 2012

‘No eres capaz de amar a alguien si no eres autosuficiente.’
I.

            El aparente éxito de una obra publicada posteriormente disparó el boom de esta autora de origen islandés. Tomando como punto de partida una frase adjudicada a John Donne: ‘Ningún hombre es una isla’, con la que abre el libro, Ólafsdóttir compone una historia donde el viaje alrededor de Islandia, una isla cuya ruta nacional es un camino de circunvalación a su alrededor, acompaña al viaje que realiza su protagonista hacia su propio interior.

II.

          Debe ser difícil para quien transita la treintena, tiene una profesión redituable y un pasar sin sobresaltos junto a un amante marido, recibir de éste la noticia de que ha de ser padre de una criatura con otra mujer –por lo que solicita el divorcio- y, a la vez, asumir el encargo de su mejor amiga que cuide por tiempo indeterminado de su sordo hijo de cuatro años, con evidentes limitaciones para la comunicación con los demás. Menudo desafío…

III.

           Lo sorprendente de la novela es la decisión de la protagonista: tomarse unas adeudadas vacaciones en esa tierra en pleno Noviembre –de frío glaciar, cuando no de lluvia persistente-, junto al pequeño discapacitado. Si bien ha tenido la fortuna de ganar –literalmente- la lotería y, con ello, la propiedad de un bungaló en el otro extremo de la isla, encara la aventura de ser novel propietaria como una oportunidad para el redescubrimiento de sí misma, acompañada de una serie de situaciones y relaciones ocasionales que consolidarán esa necesidad de libertad que clama su protagonista.

Testimonio del e-book

IV.

            Con una prosa amena y coloquial, Ólafsdóttir construye una novela que combina un renacimiento con una suerte de road movie. Personalmente, la protagonista me ha resultado algo fría, demasiado racional e inanimada, pero sus reflexiones no dejan de ser interesantes y su apropiación del rol adulto ante un niño con problemas –algo impensado para ella, tan elusiva a la hora del compromiso- compensan esa falta de calor personal.

V.

            Por último, agradezco a Ana Blasfuemia que me hizo llegar el ejemplar digital hace algún tiempo, y a Norah Bennett que lo recomendó. Sus apreciaciones podéis encontrarlas aquí.

sábado, 18 de noviembre de 2017

Tríptico Oriente u Occidente. Infancia mágica. 3. Yo, Kótik Letáiev, Andréi Bieli


Nevsky Prospects, 2010

           Una de las obsesiones de la intelectualidad rusa del siglo XIX era el debate acerca de si Rusia era una nación europea o asiática. Dostoievski supo resumir el dilema en esta frase:

‘En Europa somos segundones y esclavos, pero en Asia somos los amos. En Europa somos tártaros, pero en Asia también somos europeos.’

            Esta disyuntiva fue la que inspiró el trabajo del autor.

          Este último volumen del tríptico que Bieli nos propone tiene un carácter más personal e intimista que los anteriores, más ecuménicos. El protagonista –una suerte de alter ego de Bieli- intenta bucear en la prístina memoria personal para rescatar elementos de su propia infancia y del entorno familiar y social que lo rodeaba.

            En su derrotero, que abarca los primeros años de vida, comienza como si la mente pudiera evocar estados de conciencia desde el nacimiento, llegando a la apropiación del Yo y a la diferenciación de los otros. Para ello, se vale de lo que la imaginación infantil puede crear en base a sombras, sospechas, miedos niños y otras fantasías de origen irracional, propias del inconsciente. Luego, da paso a la asunción de significado de elementos cotidianos: las habitaciones, las personas. Por último, refleja las impresiones que un niño de cinco años posee a la hora de representar el mundo circundante.

            En sí, el libro alude a una infancia mágica, plena de escenas familiares donde un padre matemático –que encarna la filosofía occidental- y una madre, de origen asiático, de singular belleza se erigen como los acompañantes centrales del protagonista, junto a un puñado de allegados –la criada, las institutrices, los amigos, etc.- con los que ese Kótik –gatito, en ruso; apodo que su madre destinó al propio Bieli- va haciendo sus primeras experiencias de vida.

         Ambientada en la Rusia zarista, repartida entre San Petersburgo y Kasianovo, Bieli ofrece una singular mirada de cómo un individuo asume su toma de conciencia a partir de los opuestos que aportan sus progenitores. Con una prosa precisa aunque algo fragmentada, el autor construye, en una espiral expansiva, una obra personal que abreva en la psicología y en la historia social.

            Finalmente, las tres novelas que componen este tríptico enfocan distintos aspectos de esa conjunción euroasiática que ha hecho de Rusia y su gente un conglomerado plurinacional con identidad propia. Una obra literaria necesaria para comprender mejor la historia rusa.

Testimonio del Tríptico

lunes, 13 de noviembre de 2017

Víctimas de la intolerancia. Los peces de la amargura, Fernando Aramburu


Tusquets, 2008

‘Era, cómo les explicaría yo…, una mezcla de desánimo y compasión al ver que existen personas convencidas de que, para formar el país de sus sueños, por fuerza hay que causar dolor al prójimo.’

I.

            Comienzo con toda una definición. Creo que, a esta altura, todos conocen la postura de Fernando Aramburu respecto del accionar de ETA en el País Vasco, y la estela de sangre que, durante años, tiñó la vida cotidiana de sus vecinos. Me pareció más que oportuno rescatar esta serie de relatos cuando, a la distancia geográfica que me separa de la Madre Patria, sigo sin poder comprender el sinsentido del enfrentamiento entre catalanes y españoles. ¿Es que no han tenido suficiente con la Guerra Civil o con la lucha etarra de emancipación?

II.

            Este libro de Aramburu recoge el sentir de aquellos que vivieron en carne propia el accionar de ETA, desde las víctimas directas de la intolerancia etarra, pasando por las madres de los gudari –combatientes de la causa vasca- y las familias amenazadas, sin apartar a los signados como soplones de aquella –aún sin serlo-, ni a los vecinos de los atentados.

III.

          Esa atmósfera cargada de presagios nefastos, de convivencia con el padecimiento y el sufrir de todos los que han tenido que sobrellevar su propia vida tras verse involucrados en los golpes, son la parte destacada y constitutiva de la prosa de Aramburu, que tampoco elude los trastornos psicológicos a los que han tenido que hacer frente las víctimas, sus familiares y allegados.

IV.

            Con estilo directo, diálogos bien provocados y una mirada punzante y crítica sobre las distintas instancias y repercusiones de los hechos, el autor describe magníficamente el sentir de propios y ajenos. El lector percibe desde el principio la finalidad de tamaña denuncia: que dejemos atrás nuestras diferencias y las discutamos y consensuemos civilizadamente. La violencia no despierta empatía, ni es el vehículo adecuado para el reconocimiento de derechos conculcados a los habitantes de una región, por más que se esté de acuerdo con el reclamo.

V.

          Si la literatura pudiera servir como medio de expresión para quien se ha puesto decididamente a favor de la vida –propia y de sus semejantes-, seguramente los textos de Aramburu que tienen relación con la violencia política lo ponen en la vidriera de los escritores más comprometidos. Un libro necesario, sin golpes bajos.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Tríptico Oriente u Occidente. Vientos de cambio. 2. Petersburgo, Andréi Biely

Akal, 2009

         Al parecer, nadie había recalado en esta novela hasta que V. Nabokov la incluyó entre las cuatro más representativas del siglo XX -a su criterio-, acompañada nada menos que del Ulises (Joyce), Metamorfosis (Kafka) y la primera mitad de En busca del tiempo perdido (Proust).

         Y es verdaderamente descomunal. Primero, deseo prevenir al lector interesado. Existen dos traducciones en el mercado, que responden a sendas versiones. La primera fue publicada durante 1913 – 1914, mucho más extensa. Luego, el autor recortó su propio trabajo para hacerlo más dinámico, con lo cual la obra se volvió más inteligible, a costa de perder vuelo literario. La presente, de más de setecientas páginas, obedece a la inicial. Para comparar, utilicé una versión digital de la segunda (bajo el sello de Alfaguara)… y no hay atisbo de comparación.

         La novela se ambienta en San Petersburgo alrededor de 1905 y abarca algunos meses del mismo. Biely coloca a sus personajes en un período de efervescencia política. El argumento es bastante simple: Apolón Apolónovich Ableújov es un funcionario de la autocracia zarista, responsable de hacer llegar a los confines del Imperio sus decretos y, por esa razón, un hombre impopular. Con algo más de sesenta años de edad, cuenta con un único hijo en la veintena, Nikolái, con quien mantiene escaso diálogo y sospecha que es un opositor político. Su esposa, Sofía Petrovna, lo abandonó tres años atrás para vivir un romance con un artista italiano. Nikolái, un introvertido estudiante kantiano, debido a una promesa formulada en un arrebato pasional recibe un encargo difícil: debe hacer estallar una bomba en los aposentos de su padre.

            En rigor, es una novela poliédrica. Desde el punto de vista literario, hay una realidad dialéctica que opone al hijo contra el padre (recuerda al Turguéniev de Padres e hijos y al binomio Bloom/Dedalus del Ulises); al orden zarista contra el caos revolucionario; a la ciudad contra las islas aledañas; a la geometría contra la niebla y esa linealidad de la avenida Nevsky –propia de una construcción occidental- con el acontecer zigzagueante de sus habitantes, que asumen una protección fetiche a través de la estatua de Pedro I el Grande –El jinete de bronce, según Pushkin-.

            Además, el entorno pantanoso de la geografía, con sus vapores mefíticos, es el caldo de cultivo de percepciones oníricas donde los objetos se corporizan y despiertan fantasías en las mentes de sus protagonistas. El trasfondo social –de lucha colectiva y reivindicación- subyace en toda la obra, con una atmósfera de muerte que refleja el final de un ciclo y el despertar de otro. Son esos vientos de cambio los que soplan a lo largo de las páginas. La necesidad de dar una respuesta a los oprimidos, alcanzar una cuota mayor de bienestar y adentrarse en el capitalismo en el que las otras potencias europeas ya habían ingresado.

            Con cierta dosis de ironía, misticismo –ya presente en el trabajo anterior-, crítica social y esperanza de renovación, Biely construye una obra que lo excede; a nivel de lo mejor escrito en el siglo XX. Fluido aunque algo enrevesado, con repeticiones que podrían haberse evitado, el libro se disfruta mucho. Para leer con tiempo y sin prisas.

viernes, 3 de noviembre de 2017

Poemas en perspectiva. Dos puntos, Wisława Szymborska


Igitur, 2011

                                               En algún lado debe haber una salida,
                                               eso es más que seguro.
                                               Mas no eres tú quien la busca,
                                               ella te busca a ti.
                                               Es ella la que va
                                               tras de ti desde el principio,
                                               y este laberinto
                                               no es otra cosa que tú,
                                               solo tú, mientras se pueda,
                                               solo tú, mientras sea tuya,
                                               huida, huida –

         Hacía mucho tiempo que no visitaba la poesía como medio de expresión; creo haber hecho una buena opción al inclinarme por esta breve obra de Szymborska. Su estilo mantiene una dosis no menor de oralidad, como si al leer sus poemas éstos alcanzaran nuestra sensibilidad en forma de un susurro amable pero sostenido.

          El puñado de poemas que compone el magro volumen está escrito con una intención: que el lector pueda apreciar pequeños hechos cotidianos a los que solo se les ha cambiado el enfoque, la perspectiva desde donde son observados por la poetisa. Así, son esos dos puntos del título los que nos propone Szymborska como punto de partida: realizar el ejercicio de ver la vida desde otro punto de vista y animarnos a completar ese espacio vacío con nuestra propia experiencia.

        Un libro que surge desde el interior de Szymborska y se regala profusamente a todos aquellos que aún conserven un lugar para la emoción. Entrañable.

                                               Darwin.
                                               Dicen que para descansar leía novelas.
                                               Pero tenía sus exigencias:
                                               no podían terminar de forma triste.
                                               Si daba con una así,
                                               furioso la arrojaba al fuego.

                                               Verdad o no,
                                               yo con gusto lo creo.

                                               Recorriendo con el pensamiento tantas regiones y tiempos
                                               se encontró con tantas especies muertas,
                                               con tantos triunfos de los fuertes sobre los más débiles,
                                               con tantos intentos de supervivencia,
                                               tarde o temprano inútiles,
                                               que al menos de la ficción
                                               y de su microescala
                                               tenía derecho a esperar un final feliz.